26 febrero 2008

Tabasco, el mejor lugar para escribir

Por Erwin Macario

En Tabasco, con 17 periódicos diarios impresos –entre ellos uno deportivo (Esto!) dos de nota roja (El Criollo y El Sol de Tabasco) y tres vespertinos (Diario de la Tarde, El Correo y ABC)–, un interdiario, (Razones); así como más de 60 revistas y periódicos semanarios, quincenales, mensuales y “católicos”; una docena de radiodifusoras –dos de ella con influyentes noticiarios (Telerreportaje, en XEVT, y el del diario Tabasco Hoy, en radio 90.9), así como varios programas noticiosos en otras–; cuatro noticieros en cuatro televisoras existentes y dos sitios noticiosos cibernéticos ajenos a los cuatro o cinco de la prensa matutina, es muy difícil hablar de un control gubernamental, directo, sobre los medios de comunicación.
Empero, en lo general, desde las primeras planas y las portadas; así como en las noticias destacadas en radio, televisión e Internet, se nota la uniformidad oficiosa en el manejo de la información, no sólo oficial –boletinada o reporteada– sino en aquella generada incluso en fuentes contrarias al Gobierno, la que es presentada a los lectores, radio escuchas y televidentes, así como a los cibernautas, desde el punto de vista y el interés del gobierno estatal.
Esta actitud mediática y la misma proliferación de medios que transmiten información oficial en su mayoría, mete ruido en la comunicación. Tanta información, desinforma, destantea a quienes, así, son apabullados por los medios y no cuentan con mensajes claros, precisos, que formen una verdadera opinión pública, pues hasta los sondeos de opinión que buscan legitimar democráticamente al gobierno o darle herramientas para sus acciones sociales, e incluso electorales, son, la mayor de las veces, manipulados, y presentan, como los medios, una falsa realidad que se apoya en la espiral del silencio: a fuerza de informar, la sociedad renuncia a sus propios juicios y los individuos en ella, y muchos periodistas, se van con la mayoría por el temor del rechazo social y gubernamental, de que hablan los teóricos de la comunicación de masas.
A todo esto contribuye, también, que la falta de medios equilibrados esté llevando a la existencia de periódicos y noticieros en abierto enfrentamiento con la autoridad estatal. Si por un lado un gran sector de los medios, aplaude todo lo que proviene oficialmente (la gran mayoría de los periódicos y revistas no diarios se nutren de boletines del gobierno estatal y de los ayuntamientos, sin que se practique algún reportaje, crónica o entrevista ligados al pueblo o que al menos no genere suspicacias), por el lado de la prensa opositora –dos diarios (Tabasco Hoy y La verdad), y la radiodifusora Radio 90.9, en FM– todo es censura, crítica y hasta diatriba, insulto y, muchas veces mentira.
El autocontrol, la autocensura en los medios no es resultado sino de un mal entendido manejo de las relaciones de la prensa con el poder. La publicidad que sostiene a tanta prensa (aquí pienso en ese lema del gobernador saliente, Manuel Andrade Díaz, con su “Tabasco, el mejor lugar para vivir” y lo convierto: el mejor lugar para escribir) hace que propietarios de los medios, reporteros y hasta columnistas se coloquen el collar al cuello, lo que da una falsa imagen de estricto y provocado control oficial de los medios. Claro con las honrosas excepciones.
Ciertamente, ante una prensa autocensurada, de voluntario control no buscado –que cae en los extremos de la cortesanía– y frente a la agresión mediática permanente, existen medios, principalmente en la prensa diaria y algunas revistas así como en semanarios y otras publicaciones; y también periodistas (reporteros y columnistas) que ejercen un periodismo ligado al interés social y a la historia, no la tarea de amanuense.
En fin, más que control gubernamental, en Tabasco hay autocontrol de los medios, autocensura. Y, por desgracia, también libelos. Lo que urge es que la prensa retome su papel de equilibrio, de generadora de opinión pública.

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